lunes, 2 de agosto de 2010

Ay Manizales del alma...


Ay Manizales de ensueño!
 Manizales, tierra de gente pujante, honorable, vigorosa, ciudad universitaria por excelencia, de cultura y semillero de artistas. Urbe creadora en el país de la feria más importante de América, en la cual la fiesta de los toros ha sido protagonista principal, porque es gracias a las tarde de ensueño que allí se han vivido, que Manizales se dio a conocer al mundo y de la mano de la cultura cafetera, abrieron las puertas de su ciudad para recibir no sólo los beneficios económicos de todo el comercio de estas tradiciones, sino para ganar el reconocimiento, respeto y admiración de los forasteros.
Es aquí y ahora donde precisamente esas tardes llenas de la bondadosa tauromaquia se presentaron como un faro en el horizonte, en las remembranzas de los entendidos y fieles seguidores de una tradición que ha marcado no solo a la perla del Ruiz sino que le ha entregado un soplo de misticismo y cultura a toda una nación que ha sabido entender de por sí que esta fiesta sana hace parte de nuestra bandera y que las dificultades de la presente controversia nacional harán resurgir de las cenizas como el ave fénix una pasión que se lleva en el corazón y que solo unos pocos privilegiados han sabido comprender sin llegar a la locura. La tarde plomiza de del primero de agosto consagró en la plaza principal, al pie del más sagrado monumento local a un puñado de fervientes taurófilos que han entendido que nuestra cultura está pasando por un momento crítico donde la situación ha convocado a la unidad nacional torera para que todos conjuntamente pugnemos por unir nuestros esfuerzos,  levantando la cabeza  y mirando al cielo con dignidad y en nombre a virgen de la macarena evoquemos a un Manolete, a un Dominguín, o a un palomo linares para que descienda de ellos el arte de su corazón celestial y como en sus mejores épocas enfrentemos a nuestros detractores  de la forma más pulcra, decente, prudente y les peguemos un muletazo cargado de argumentos y rebosante de amor por lo nuestro, por lo que queremos y por lo que lucharemos hasta el final para que no borren de un solo plumazo la historia que ha marcado nuestro trasegar.
Una mañana opaca y fría fue fiel testigo del  deseo más fervoroso de los manizaleños, el único anhelo de conservar y persistir con el sentimiento que nos apasiona de cuna y con el cual nos identificamos, porque Manizales es una ciudad que respira a toros, hemos sido criados bajo las pretensiones  de la fiesta brava, que  se resumen en la más enérgica manifestación de arte. Sin embargo, cada quien es libre de seguir y apasionarse con sus gustos, por eso respetamos a los que no tienen gusto por la fiesta, personas que de manera ingenua se han aventurado a desvirtuar la tauromaquia argumentado sin objetividad por el hecho de desconocer la realidad, de manera que sus razones se quedan en sandeces y calumnias. Nosotros comprendemos a los desentendidos con la fiesta, en gran parte el problema radica en la política, concejales que por el afán de lograr simpatizantes para aspirar a beneficios personales en la política, han transformado la realidad de la fiesta, como es el caso del concejal Juan Sebastián Gómez, un personaje  que tomando postura de buen ciudadano, quiere acabar con una de las tradiciones más representativas de la ciudad. Él argumenta que las corridas de toros son un espectáculo que genera violencia. Nos preguntamos: ¿No genera más violencia la barra de futbol de la cual hace parte este personaje?, un montón de desenfrenados apasionados que atentan contra la seguridad de los ciudadanos, estaría más acorde que el concejal Gómez comenzara a culturizar a los miembros de su barra.
Manizales salió a la calle a decir SÌ a las corridas de toros, los aficionados dijeron sí a la liturgia que los alberga, los ganaderos dijeron sí, por el toro que crían con tanto celo y majestuosamente- el animal más bien hecho y cuidado para ser el único protagonista de la fiesta-, los toreros dijeron sí, porque al igual que el toro, nacieron para enfrentarse en un ruedo, a ofrecerle la vida a su contrincante, la lucha más hermosa del mundo, los propietarios del transporte público, restaurantes, hoteles, discotecas dijeron sí a las corridas de toros, porque durante esa semana ferial, subsisten gran parte del año, y por supuesto, los niños del hospitalito dijeron si a las corridas de toros, porque gracias al valioso y significativo aporte económico dado por Cormanizales a estos, han visto renacer una esperanza de vida.
Y si la fiesta ha de acabarse, nuestras costumbres y tradiciones han de dar un giro de 180 grados, no más pesca, no más caza, todos los mataderos tendrán que consumirse, esto va asociado con el déficit  económico  que nos vendría- es decir, la quiebra total-… Nos gustaría ver en realidad cuantos de los opositores no son carnívoros… Si no quieren entender lo bello de la fiesta, pues entonces han de saber que siempre, desde los principios de la humanidad, el más poderoso es el que gana, los animales nacimos para comernos unos a otros. Siguiendo este argumento, es preferible que el toro muera en un espectáculo en el cual es el protagonista, - no humillado- y no desapercibido en un matadero.
Manizales muchas gracias por dar su voz de aliento, por aportar ese gigantesco grano de arena en pro de la fiesta brava, la fiesta no es inmortal, y es un compromiso de todos mantenerla viva.
Fotografias: Edison Sanchéz

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